viernes, 22 de febrero de 2013

Cartón de chelas

Le agarró las nalgas con las dos manos, justo como si fuera…

— ¡…un cartón de chelas!

La joven morena de cabello oscuro no respondió. Pareció quedarse perpleja por un rato, sin dejar de apretar las nalgas de la castaña.

— ¿Eres sorda o qué? —preguntó con indignación la castaña.

La morena siguió sin responder, tal vez tratando de descifrar las extrañas e intrincadas palabras de la otra.

— No te entiendo —dijo por fin, apretando aún más esas nalgas carnosas.

La castaña se exasperó. Respiró profundo y, sin poderse liberar, le dio una bofetada.

— ¡¡Que no soy un cartón de chelas!!

Lejos de enojarse o tallarse la mejilla, la morena empezó a reír. Su actitud desenfadada insultaba un poco a la otra pero ya qué se le iba a hacer.

— Mujer, con este culo, eso eres.

La castaña alzó los hombros en señal de paz y la besó. Después, el juego sexual continuó.

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