La
reencarnación es real, aunque no sé cómo explicarlo. Uno nace en un primer
momento, no necesariamente hace miles de años, con una forma; puede ser un
mono, un pájaro, un gusano, una bacteria, un humano, qué sé yo. Después muere y
su alma vaga por un rato hasta que la juzgan y la meten en otro ser. No es
necesariamente equiparable, el intercambio no debe ser beneficioso para nadie,
sólo una operación imparcial.
Posteriormente,
el proceso se repite. Uno puede pasar por cientos e incluso miles de reencarnaciones
y, hasta donde pienso, no existe un límite. A veces, a uno le obligan a
recordar mediante la hipnosis o la sumersión en agua, en teoría para conocer el
porqué de la personalidad, miedos y paranoias actuales. Y se puede vivir con
eso, sabiendo que uno era un gato y que lo atropelló un coche.
En mi caso,
me mandaron una vez a una clínica, justo cuando lo de mi intento de suicidio.
Hasta ahora evoco el recuerdo porque parece que se estuvo escondiendo hasta
encontrar el momento oportuno de salir. Éste es el momento ideal porque conocí
a Mirna, la cucaracha, la mosca, la perrita, la humana… En esos tiempos yo era
una gatita, una araña, un perrito enojado y ahora soy una humana. Es que no
tomé todas las sesiones.
Cuando ella
dijo que ya nos conocíamos, era cierto. Cuando era ella una cucaracha, yo jugué
con ella hasta aburrirme y la maté, algo típico de un gato. Al ser una mosca,
yo, araña, la engullí morbosamente, atrapándola primero en mi telaraña y
quitándole las alas antes de que muriera. Y cuando era perrita, yo, macho
enojado porque no me dejaba fornicarla, la maté a mordidas.
Espero que
Mirna también se haya desquitado conmigo porque si no sería muy injusto y
significaría que más tarde, tal vez en esta reencarnación o en ulteriores, ella
tomaría su venganza. Porque el mundo es así, siempre tiene un contrario y
siempre debe de haber un equilibrio. De lo contrario, estaríamos encaminados
hacia el caos.
Eso mismo le
expliqué a Mirna cuando terminamos de besarnos. Como dije, ella ya lo sabía
pero muy a su manera, basándose en los años de soledad que, paradójicamente, le
habían hecho compañía. Durante ese tiempo, tuvo sueños en los que no se veía
nada específicamente pero se conocía absolutamente todo, al menos todo lo que
la involucraba.
Y ahí mismo
lo entendimos: estábamos destinadas a conocernos y, probablemente, a rezurcir
el daño provocado. Era una oportunidad para querernos sin remordimientos.
Incluso era una era para dejar que el amor surgiera, borrara nuestras cicatrices
y evaporara las heridas.
—¿No te da
miedo venir aquí? —Janet sentía aprehensión y esperaba sinceramente que Mirna
no estuviese pasando por lo mismo.
—Para nada,
es por una buena causa.
Estaban
frente a la antigua casa de Janet. Habían decidido ir porque querían retar al
destino y buscar las cosas de Janet, su vieja inquilina. Janet rezó y rezó
aunque no tuviera una religión ni un dios para que su ex-marido no estuviera en
casa o, en el peor de los casos, para que la cantidad de alcohol en su sangre
fuera demasiado y le impidiera reaccionar violentamente.
Entraron con
las mañas de Mirna había aprendido de la vida en tan poco tiempo y vieron la
oscuridad que inundaba todo. Por suerte, no estaba el culpable. Revisaron
rápidamente las tres habitaciones y no encontraron la ropa de Janet, ni sus
zapatos, ni sus cosméticos, ni siquiera su cepillo de dientes. Como Janet lo
había temido, todas sus cosas estaban seguramente en la basura.
Salieron tan
rápido como entraron. Janet, sin notarlo, agarró la mano de Mirna y la asió.
Tenía miedo de entrar oficialmente a una vida en la cual cocinaría para una
mujer, lavaría para una mujer, se bañaría con una mujer, haría el amor con una
mujer y, sobre todo, amaría a una mujer.
—Espera
—murmuró. Iban ya a dos calles de la casa.
— ¿Qué?
Sin
responderle, la besó y comenzó a llorar, ambas cosas al mismo tiempo. Cuando el
beso hubo terminado, Mirna le sonrió, la apachurró —porque en realidad eso no
era un abrazo— y le deshizo el peinado con la mano izquierda. Después
comenzaron a caminar sin dejar de tomarse por la cintura.
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