lunes, 27 de enero de 2014

Sueño

Pudo sentir el peligro de ese acercamiento. Los labios de su amiga quedaron a milímetros de los suyos. El corazón comenzó a latirle deprisa, instándola a bajar la guardia y dejarse llevar. Cerró los ojos, lista para el contacto íntimo. Pero fue sólo un roce, un roce que la hizo vibrar porque prometía muchas cosas más. Abrió los ojos y encontró el rostro de su amiga radiante a pesar de la hora tan avanzada de la madrugada.
 
— ¿Quieres más? —la voz de su amiga era débil, un susurro dedicado a llegar a las fibras más sensibles de su cuerpo.

No respondió. Respiró profundo, intentó calmarse. Miró el entorno: el refrigerador, la estufa, la cocina integral, todo de reluciente acero inoxidable. Observó a su amiga: sonrojada debido al momento o por culpa de unas copas de más, más bajita que ella, con unos senos redondos que asomaban por el escote de la blusa formal. Parpadeó varias veces pero ni siquiera eso la ayudó a disminuir la velocidad de su respiración.

Trató de darsela vuelta para no ver a la mujer que despertaba su deseo, pero no tuvo el valor. Le gustaba ver el trasero firme de su amiga embutido en un pantalón de vestir que no dejaba tanto a la imaginación. Entonces tomó una decisión: llevaría el asunto a sus últimas consecuencias, incluso si eso implicaba el fin de su amistad.
 
Sujetó a su amiga de la mano y la llevó al sofá. No le dijo nada, no se enfocó en ningún punto específico, sólo la besó. Fue un beso con la lengua, profundo, con un ligero excedente de saliva. Se separó de ella y la recostó.
 
— Espera... —esa vez el susurro fue ahogado, víctima de la emoción de la sensualidad pero empañado por algo que no logró identificar—. Tengo... sueño —se le cerraron los ojos cuando dejó de hablar.

Sueño, claro, eso era. Ella suspiró, frustrada y decepcionada. Se dispuso a dormir también, pero lejos de ella y de ese sofá. Estaba segura de que habría otra oportunidad.

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