viernes, 10 de enero de 2014

La misma blusa

La misma blusa pero ahora decolorada, rota, vieja... marchita como una flor sin agua. La misma blusa pero no el mismo pantalón, no el mismo cabello, no el mismo maquillaje. Cambió a medias y eso es peor porque aún puedo compararla con la persona que era cuando estaba conmigo. ¡Pero lleva la misma blusa que le compré! Fue la que le regalé cuando cumplió 22 años, cuando vivíamos en esa casita pequeña rodeada de más casitas pequeñas, cuando aún creíamos que lo nuestro duraría para siempre.

Voltea hacia mí. Tiene una mirada hosca, desconfiada, como si no hubiésemos pasados juntas 6 años de nuestras vidas. Y yo suspiro pero no le devuelvo la mirada, mejor me fijo en la blusa, en el agujero por el que asoma una parte de su piel oscura. La evito. Entonces pasa a mi lado y por un segundo, por una pequeña e inexistente parte de tiempo, me observa como antes, como en esos días felices. No puedo evitar sonreír con tristeza, bajar la mirada y susurrarle que lo que fue ya no podrá volver a ser... ni aunque lleve la misma blusa durante toda la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario