Sabe que la miro
demasiado, que me aprovecho del hecho de que en las duchas no hay puertas ni
cortinas. Y a veces ella me devuelve la mirada, como cuestionándome, retándome
a admitir que traigo algo raro.
Aun así no se cubre, no
se baña pudorosamente como tres cuartas partes de las chicas que comparten este
espacio. La he visto salir de la alberca, agarrar su jabón y su shampoo,
meterse bajo una ducha y comenzar a platicar con la primera persona que se pone
a su lado.
Nunca es conmigo porque
me da vergüenza bañarme tan cerca. Prefiero tomar mi distancia, cruzar palabras
amables con las únicas dos mujeres con las que he entablado una especie de
amistad y observarla con disimulo. Me incluyo en esas tres cuartas partes que
se bañan pudorosamente, como ocultando algo.
Intento ponerle atención a todos sus movimientos, fundirme en
los detalles. A estas alturas sería capaz de describir perfectamente todo lo
que hace durante esos seis minutos y medio.
Hoy mis ojos se cruzan
con los de ella y siento que me sonrojo. Estaba concentrada en el amable vaivén
de sus senos y me da pena que lo note, que sea tan obvio. Levanto la mirada de
nuevo y la encuentro envuelta en la toalla, lista para vestirse. Sigo con mi
vida, termino de bañarme, me tomo mi tiempo.
Es la primera vez que me
tardo tanto y sólo quedan tres chicas más, todas vestidas. Es curioso pero ella
es la única mujer que me ha interesado así,
la única que he mirado con tanta atención, con deseo. No soy lesbiana,
simplemente me gusta su cuerpo.
― ¿Por qué me miras
tanto?
Mi corazón se detiene
unos instantes. No habíamos hablado en estos tres meses y se siente extraño, me
dan cosquillas en las palmas de las manos.
Está detrás de mí. Me doy
la vuelta. Por suerte ya terminé de ponerme ropa y prácticamente no tengo nada
de qué avergonzarme.
― No lo sé ―respondo casi
con sinceridad. Un poquito de verdad debe haber en eso.
Las chicas que aún quedan
en el lugar se despiden. Respondemos entre dientes, bajito, con palabras que en
realidad no se entienden. Luego nos miramos. No sé qué decir y supongo que ella
tampoco. Mi respuesta la ha tomado por sorpresa.
― ¿Vienes diario?
―pregunta, casual, amigable.
― Los mismos días que tú
―contesto, hundiéndome en el hecho de que la espío, restregándoselo en la cara
como si ella no lo hubiera notado ya.
― Ya… ―se empieza a dar
la vuelta. No quiero que se vaya, no quiero que se me escape de entre los dedos
como la arena en la playa. Estoy tan cerca… No sé bien de qué pero supongo que
no importa.
― ¡Espera! ―mi llamado es
patético, demasiado fuerte para el lugar y la situación.
― ¿Qué pasa? ―dice
volviendo a quedar de frente. En medio del alivio, lo único que puedo pensar es
que tiene ojos bonitos, pequeños y oscuros, con pestañas gruesas.
Dudo. Vacilo. No sé qué
quiero. Es la primera vez que me pasa esto
con una chica y... Cierro los ojos de golpe cuando siento sus labios sobre los
míos. Es un beso pequeño, suave, sin pasión ni compromiso.
― Sólo quería ver qué se
sentía ―me explica―. Nunca antes había besado a una chica y parece que te
gusto.
Ríe un poco, con gracia,
y su voz me atraviesa el corazón.
― Siempre están mirándome
―continúa― y creí que… ya sabes, creí que no estaría mal besarte.
Quiero decir que no me
gusta pero las palabras no salen de mi boca. Si lo digo entonces resulta
cierto, ¿no? Y si es cierto no puedo pedirle que me bese de nuevo.
― Podríamos salir a tomar
algo ―digo por fin―. No sé, un café, un té, algo. Nos vemos todos los días pero
no nos conocemos y sería entretenido. Me caes bien.
Mi voz aparenta seguridad
y me alegra enormemente que así sea. Ella sonríe y su sonrisa también es
bonita. Miro sus labios con detenimiento y me cuesta creer que hayan estado
sobre los míos unos minutos antes. Se ven tan lejanos, tan ajenos, tan
reservados para alguien más.
― Genial, es una gran
idea. Por cierto, me llamo Isabel, mucho gusto.
― Mucho gusto. Yo soy
Sofía.
Le tiendo la mano, me la
estrecha y su calor también se siente bien. Nos reímos al mismo tiempo, nos
soltamos la mano. Espero que de ahora en adelante pueda mirarla de cerca en las
duchas. Sí, eso sería bueno.
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